Ps. Carla Vivanco
Actualización: marzo de 2024
Los padres de Sofía viven juntos y los de Julián están separados. Sofía a sus cuatro años, ya sabe que cuando desea una golosina en el supermercado debe pedírsela al papá insistentemente y que no tiene objeto desgastarse en eso si está con la mamá y Julián sabe que sus padres no están de acuerdo con sus salidas, de modo que cuando quiere divertirse hasta tarde, busca convencer a su madre (sin que se entere su padre) de darle permiso para quedarse a dormir con sus amigos. Para ambos está siendo difícil sacar un aprendizaje consistente.
En mi trabajo clínico de casi 30 años con niños, jóvenes, adultos y padres, he llegado a la conclusión de que el mayor impacto en la formación consistente de un hijo está dado por la unidad de sus padres como “pareja parental”[1], independientemente de si viven juntos. Es decir, que en relación a los aspectos formativos (por ejemplo, hábitos, disciplina, principios, etc.) el factor positivo relevante y primordial, es cómo sus padres desempeñan su rol en acuerdo y coordinadamente, independiente de si son pareja amorosa y viven juntos.
He confirmado que hay parejas parentales que logran estar coordinadas y orientadas cuidadosamente en una misma dirección y, por el contrario, otras parejas parentales confunden a sus hijos con sus desacuerdos y contradicciones. Ambas pueden ocurrir viviendo o no juntos con sus hijos.
Pienso que el peso relevante de este factor se debe al hecho que para que un niño o adolescente aprenda hábitos personales, de estudio, de autocuidado necesita conocerlos y que se le fomente consistentemente la práctica hasta que se internalicen (se hagan propios). Para que sea formado en integridad con principios o valores determinados necesita escuchar fundamentos consistentes y en una misma dirección de parte de las figuras que lo forman y lo guían. Por eso es relevante que la pareja parental esté coordinada y de acuerdo en qué enseña, cómo lo enseña y cómo corrige cuando se falla. En este sentido, la unidad de la pareja de padres se relaciona con su capacidad de tomar acuerdos, comunicarse y mantenerse lo más alineados posible para formar y criar a sus hijos.
Los hijos saben cómo son sus padres y lo que pueden conseguir con cada uno y ellos necesitan percibir a sus padres como un equipo, saber que pueden contar con ambos y ser dirigidos y enseñados por ambos. Esta necesidad cubierta es al menos el pilar de su claridad acerca del mundo, del valor y sentido de las normas, de la consistencia, de la predictibilidad de los sucesos, de su propia fortaleza interior y de la integración adecuada a la sociedad.
Si la pareja parental logra conciliar sus discrepancias en beneficio de sus hijos, se ven ante los hijos como un bloque, una unidad, un equipo. Esto les permite batallar menos con ellos, vencer mejor su resistencia natural hacia lo correcto y les da un piso de estabilidad y seguridad relevante durante el crecimiento.
La coordinación de la dupla parental, ya sea que vivan juntos o separados, tiene un profundo impacto para la vida de los hijos. Es ventajoso construir una pareja parental unida que beneficie y aporte a la vida de sus hijos una dirección y guía común. La pareja, aún en sus diferencias personales, puede completarse, complementarse y robustecerse y en ésto, los favorecidos finales, serán los hijos.
Puedo brindar asesoría a los padres para consolidarse como unidad tomando acuerdos y mejorando su comunicación de una forma estratégica que considere el beneficio para los hijos como lo más importante.
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[1] Pareja parental: me refiero al padre y la madre que desarrollan el rol de cuidado y crianza de un niño o adolescente. Esta pareja está formada, no necesariamente por quienes lo concibieron o lo gestaron; pueden serlo también las figuras adoptivas o sustitutas, como un abuelo o una tía).